evanescentes

El cuerpo es un depósito de significados y nuestra piel un lienzo que contiene elementos que van más allá de la dimensión física. Este misterio, eminentemente humano, se produce porque somos animales simbólicos. No solo somos química, no solo somos la materialización de la energía, somos también portadores de sueños, de signos, de emociones, de memoria, somos seres culturales en los que pesan tanto los hechizos como las moléculas.

 

Y es, precisamente, esa cualidad de seres simbólicos la que nos impulsa a crear nuevos modos de expresión estética cuando el lenguaje que tenemos disponible se nos queda pequeño para explicarnos el mundo. Necesitamos dotar de sentido a nuestra experiencia y atrapar como un haiku de imágenes, pequeños instantes que revelan sensaciones, estados, percepciones, evocaciones que no podemos revelar de otro modo.

 

Daniel López se embarca en su primera muestra individual, probablemente aún en ebullición, en un proyecto fotográfico mediante el cual nos explica una parte de su visión del mundo, ese escenario en el que fluye desde que conozco su obra cuando aún era un estudiante creativo y brillante de Bellas Artes. Daniel es un buscador inagotable, un creador en permanente superación, un artista con una cualidad escasa entre las personas entregadas a la pasión de crear: una sencillez personal admirable.

 

Las obras que contemplamos no son fotografías al uso, están más cerca de la pintura que de imágenes extraídas de una cámara. Son diez escenas que nos transportan por una narrativa onírica para narrarnos una historia de manera visual, como en el cine mudo, permitiéndonos rellenar como espectadores-intérpretes los espacios vacíos entre fotograma y fotograma. Son imágenes descriptivas, con fuerza expresiva, con un lenguaje personal, bañadas de azul y con un refinamiento técnico invisible. Aparentemente simples y llenas de frescura, las fotografías de este trabajo arrastran un ejercicio de maduración que pasa por la planificación previa de cada detalle, de cada pliegue de cada sábana, todo pequeño matiz está controlado. Contemplamos unas imágenes de una gran belleza estética, pero a la vez disfrutamos, sobre todo, de una madura reflexión intelectual.

 

 

Evanescentes es el primer paso de un fotógrafo que conoce su oficio, de un autor que ya es un referente en Toledo a pesar de su juventud. Daniel López es con diferencia uno de los creativos que más exprime la capacidad de la fotografía para expresar con fuerza nuevas visiones, nuevos retos a través de una nueva estética. Solo nos queda, entonces, desprendernos de las palabras y enfrentarnos a las imágenes para disfrutar de su trabajo.

 

 

Pedro Pablo Salvador Hernández

Antropólogo y fotógrafo.